Este es el primer largometraje del recién difunto Theodoros Angelopoulos que parece en momentos una especie de neorrealismo desfasado y rural pero ya con los geniales destellos de este director griego que tanto fascinó después; es como ya lo he dicho un retrato muy rústico, que nos sustrae de los paisajes citadinos, del ruido de los motores y el asfalto.
Cuando arriba el esposo al hogar conyugal, su esposa actúa como si nada más luego el cadáver de éste aparece con falsas señales de un suicidio forzado por su esposa y el amante violento de ésta; así ambos emprenden una huída por toda la campiña mientras las pesquisas policiales determinan su culpabilidad y detención.
Es un filme oscuro, nebuloso, lleno de preguntas sin responder, de fantasmas que sólo aparecen intermitentemente, de tomas que pueden exasperar a muchos, en fin el decadente retrato de unos pueblos apartados de la Grecia, la Grecia de la dictadura, la Grecia reprimida.
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