Wes Anderson, director conocido por su estilo preciosista tanto en el desarrollo de sus personajes, el montaje de sus obras y naturalmente la fotografía, esta vez sigue con esta línea, con ayuda de Roman Copola en el guión y detrás con la inmensa productora Universal Studios en su división de cine independiente, Focus Features que ha producido entre otras Black Cat, White Cat de Emir Kusturica, 8 Femmes de Francois Ozon o Brokeback Mountain de Ang Lee.
Es ésta, la conmovedora historia de dos pre adolescentes por no llamarles niños, que, mientras huyen de su miseria (en el sentido más figurado) se refugian en el amor que se profesan y dentro de su misma inexperiencia no saben a veces como hacerlo o sin más, se dejan llevar como si de adultos se tratase; ésto naturalmente tiene obstáculos, que son los adultos en su forma más ñoña, sosa y torpe. Edward Norton es el boy scout que dirige el campo de donde huye el niño enamorado, Bruce Willis es el policía que se encarga de buscarlos en la isla donde se desarrolla todo, Bill Murray es el padre de la niña perdida y el gran Harvey Keitel en unas breves apariciones es un gran maestro scout.
Los aspectos estéticos son muy quisquillosos como sucede a menudo con el cine de este director, un desfile de personajes fascinantes y extraordinarios es también una constante. Ésto no quiere decir que los actores sean aprovechados en su totalidad porque es un elenco destacado pero no así las interpretaciones y seguramente no fue ésa la intención del director, que destacaran las estrellas consagradas, sino más bien los niños protagonistas.